A quien madruga, Dios le ayuda.
El día amanecía frio, y más aún cuando bajas a la calle con el neopreno mojado en la mano del día anterior. Arrancas el coche, y marca 4 grados.
En el coche camino de la playa, solo pensaba en parar en el arcén, con la calefa a tope, a echar un sueñecillo.
A las 7 de la mañana llego al spot, no diré dónde por respeto a los locales, es de noche, muy de noche, casi no se ve ni el mar.
Estamos Baltz y yo solos, pero… ¡que ven mis ojos!, otros dos fanáticos a esas horas mirando el mar.
No nos miramos, no nos saludamos, miramos al mar concentrados, pero… ¡Aiba la ostia!, si son de Laga, de mi playa, pero si son amigos míos.
Tampoco diré sus nombres, ¡cuanto secretismo!. El mundo es un pañuelo.
Pues ala, los tres al agua, solos, a todo correr por el punto de marea, y a las 7.30, de noche todavía ahí estamos, en el agua, con un metro perfecto para nosotros solos, con un amanecer espectacular.
La primera ola es extraña, no se ve nada, surfeo por sensaciones, es una derecha oscura, muy oscura.
Después poco a poco amanece, sale el sol, el mar baja y se pone cerrón, y tras dos horas de buen baño, a desayunar.
Charloteo, risas, y con los deberes hechos, cada uno a su casa a cumplir con las respectivas obligaciones dominicales.
El surf, sin amigos, no es lo mismo, y a quien madruga, Dios le ayuda.
Fotografía: Un pequeño pasito para la humanidad, un gran paso para mi. La foto no corresponde con el baño.
2 comentarios
gurpil -
Esto irá a más. Estamos maquinando ideas.
Hasta el finde.
xxx -
Y para más coña con Crimson longboards.
Vaya compañero que tienes, eso es fidelidad.
Estos momentos son la bomba
Ondo segi