Desarrollo emocional.
¿Qué es lo que quieres?
Ganar más dinero, comer más y llorar menos, ser más alto y menos gorda, más listo y mejor persona, caer y saber levantarme, casarme y reír libre, tener un hijo y luego una hija, tener un buen coche y luego otro más grande, una casa y más paciencia, un portátil y no asustarme, plantar un árbol, más tiempo, mejores viajes, cámara de fotos, escribir un libro, un móvil… todo ello, eso sí, perfectamente equipado con su maleta de piel y su bikini de rayas.
En realidad, la respuesta siempre es la misma: VIVIR, vivir sintiendo, amando y creciendo, porque las emociones constituyen la propia esencia de la vida.
Y la experiencia nos dice que vivir así es compartir viaje con la tristeza, la rabia, el miedo, la vergüenza, la alegría, el asco, los celos, la frustración, la envidia, la ilusión, la decepción, la esperanza y un largo etcétera de compañeros.
Se trata de sobrevivir a todas estas emociones y salir reforzado, se trata de aprender y madurar. Cuando hablamos de Desarrollo Emocional, estamos hablando de incorporar habilidades para identificar las emociones tanto propias como ajenas, comprender la causa de esos sentimientos y adquirir recursos para regularlos y gestionarlos; insisto, tanto los propios como los de las demás personas con las que nos relacionamos.
Las organizaciones son equilibrios complejos de seres emocionales en relación. De seres que componen un todo único e indivisible, que sienten, y según sienten, se comportan, sea eso entendido como una actuación “profesional” o no.
Es curiosa la queja de responsables de equipos por tener que dedicar tiempo y esfuerzo a descubrir la forma diferente de conectar con cada persona. Y en cambio, saben que es importante comunicarse de forma diferente con su pareja, su hermana o su padre.
Saben que cuando su criatura se cae en el parque, lo primero que ésta hace es buscar a su madre o su padre para calibrar la situación, pero no entienden que su equipo necesite seguridad y protección. Saben que cuando alguien querido lo está pasando mal necesita tiempo y apoyo, pero no piensan que en su equipo el trabajo se vea afectado porque alguien lo está pasando mal.
¿Es que acaso las personas podemos dejar nuestras emociones en la puerta de la empresa? ¿Qué sentido tiene pretender obviar las emociones que invaden nuestro trabajo y nuestras relaciones? ¿Es suficiente justificación que no sepamos cómo hacerlo? ¿Estamos dispuestos a aprender?
Por desgracia, la mayoría de las empresas siguen siendo un espacio diseñado para sacrificar los “quiero” de las personas por muchos “debes” y “deberías”, bastantes “necesito” y acaso algún que otro “me gustaría”. Esto trae la pérdida del sentido. Y si se pierde el sentido de lo que hacemos, no hay compromiso, no hay ilusión.
Desde que hemos nacido, el mensaje ha sido que las emociones no tienen cabida en nuestro mundo, y si asomaran desde las entrañas, hagamos como que no existen. Este mensaje nos llega desde creencias fuertemente arraigadas en nuestro ser, creencias que dirigen nuestra conducta.
Solo viajando a nuestro interior nos cuestionaremos esas creencias y nos liberaremos de su tiranía. Aprenderemos las claves para desarrollar nuestra inteligencia emocional.
Es un viaje y por lo tanto habrá momentos de miedo y desilusión, de riesgo y frustración. Flaquearemos algunas veces. Pero sabemos que avanzar en este camino merece la pena.
Es un viaje EMOCIONANTE, un viaje a la FELICIDAD, porque cuando hablamos de sentir, hablamos de ser un poco más felices,
¿de qué sino?
Texto de: Aurkene Redondo, ENBOR KONTSULTOREAK / Hotel URUNE
1 comentario
saio -
Saio