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Gurpilen txokoa / el rincón de Gurpil

Una mañana de sábado cualquiera.

Una mañana de sábado cualquiera.

Todavía de noche, te levantas de la cama, te arrascas el culo mientras levantas las persianas,  te pones la ropa del día anterior, tomas un café rápido, y en pocos minutos sales pitando al coche.

Pones la tabla en el coche, arrancas, cuando no toca rascar los cristales primero por la helada, un poco de buena música, por ejemplo Smile, y la cabeza pensando ya en las olas…

El perro desde su sitio te mira medio dormido mientras conduces, y pone cara de a dónde me lleva este tio a estas horas.

Conduces hasta la playa mientras de quitas las legañas y te miras en el espejo por primera vez esa mañana, aunque sea  el del retrovisor.

Loa gaupaseros vuelven a casa, y tu, no tienes muy claro que haces a esas horas, y con dos bajo cero yendo a la playa.

Pones la calefa a tope para ir acumulando calor en el cuerpo, ya se sabe, en breve tocará ponerse en pelotas en la calle para ponerse el neopreno.

Gorro, traje gordo, chapines, y si aún así tienes frio mientras caminas por la arena hacía el agua, te vas echando la primera meadita del día encima, guarra es, pero reconforta y te devuelve a la más dulce y tierna infancia.

Ya en el agua, pasas el mejor momento de la semana, con los amigos, disfrutas de la naturaleza, de sus ciclos, de sus cambios, y fluyes con ella.

Ya al salir, en el parking, cuando empiezas a bajarte el neopreno...

¡Dios mío!

La parte viril por excelencia ha desaparecido, ¿dónde estará?, ¿se habrá quedado en el agua?, ¿se habrá perdido?, ¿me habrá abandonado por otro?...

Solo encuentro un par de pequeñas canicas retraídas al máximo cuan uvas pasas colgando.

No os ha pasado nunca que más que encoger, directamente ha desaparecido, o se ha convertido en un pequeño pellejo contraído.

¿Se quedará así toda la vida?

Después del susto, vuelta al coche, calefa a tope de nuevo, y con suerte, para cuando llego a Durango, los dedos, la punta de la nariz, y lo más importante, el pitilín, vuelven a la vida.

Me quedo más tranquilo.

Cómo me gusta el surf en invierno.

¿Y a vosotros?...

Fotografía: albertogurpil, Noja, mañanas de sábado invernales.

 

6 comentarios

Lobo -

Uff, las manos y los pies. Es por lo que más sufro en los baños invernales. El simple hecho de abrir el coche y quitarse el traje se convierte en toda una azaña. Y conducir hasta casa sin sentir los pies... no los recupero hasta después de la ducha.

Mmmm, a ver si en el próximo baño soy capaz de guardar unas gotitas para calentar las manos al salir je, je, je.

Diego -

La meada de la supervivencia!!
Los que vivimos cerca de casa, ponemos la toalla en el asiento del conductor y hasta la bañera con el traje puesto! Así, para cuando te quitas el traje, el pellejo no parece que se ha contraído tanto, ...bueno el mío tiene contración permanente!jajaja

gurpil -

Bueno Xabi, paciencia, todo llega.
Ahora, para aprovechar el tiempo, creo que deberias casarte, tener un hijo...
Es broma.
Hoy he sufrido mucho en las manos, sobre todo al salir, se me han quedado realmete heladas, y he tenído un dolor enorme.
Mañana más, y espero que mejor.

Xabier -

Bueno, por lo menos puedes surfear ya, que no esta mal despues del accidente que tuviste.

Yo, en un principio voy a estar sin pillar olas hasta febrero (se dice pronto), teniendo en cuenta que llevo dos meses desde la luxacion de hombro. Imaginate las ganas que tengo ya de pasar frio a la mañana y echar la meadita dentro del traje, fuera o al peñon...

gurpil -

La técnica de no esperar a mear en el agua no es mia, la he aprendido de un maestro del surf, Iñigo Idarraga, que se lo he visto hacer algunas veces.
Vuelves a la infancia, al no aguantarse, como cuando te meabas en la cama, sin pudor, sin verguenza, ¡qué bien te quedas, y qué calentito!

jonka -

Me pasa lo mismo gurpil lo que pasa que lo de la meadita lo dejo paar cuando estoy ya metido en el agua Guarroooooooooo jejej, este finde olitas